La actividad inmobiliaria se ha ido digitalizando, en búsqueda de una mayor eficiencia y satisfacción de la necesidad del cliente. La nueva ...
La actividad inmobiliaria se ha ido digitalizando, en búsqueda de una mayor eficiencia y satisfacción de la necesidad del cliente. La nueva normalidad exigirá una gran atención en mejorar la forma de comunicarse y una rápida capacitación de los profesionales.
Hasta el inicio de la pandemia, los corredores inmobiliarios trabajaban en sus locales u oficinas con sus colegas, empleados, secretarias, etc., participaban en reuniones presenciales, discusiones cara a cara y por supuesto, salidas a propiedades para tasaciones y visitas a clientes, etc.
El progreso en la actividad inmobiliaria dependía en gran parte de esas relaciones personales dentro de ese ecosistema, que se conservó muchos años sin grandes modificaciones.
La irrupción del Covid-19 ha cambiado para siempre el panorama: la mayoría de los encuentros para la compraventa y el alquiler de propiedades que se realizaban de forma presencial, ahora se efectúan en forma digital, quedando para el encuentro entre personas se reduce al momento de la visita a la propiedad para la toma de la decisión y la respectiva escrituración.
La actividad inmobiliaria se ha ido digitalizando; el ser humano ha tecnificado todos los procesos del negocio en búsqueda de una mayor eficiencia y satisfacción de la necesidad del cliente. No quedan dudas de que la pandemia aceleró este proceso de despersonalización en las relaciones cara a cara.
Para acceder a este nuevo entorno tecnológico de nuestra actividad, las personas interactúan a través de múltiples pantallas que traducen la información a un formato comprensible y para la toma de decisiones.
Además, muchos de estos dispositivos son utilizados al mismo tiempo, llevándonos al mayor multitasking conocido hasta el momento, tanto es así que la mayor parte de nosotros están conectados en promedio casi 12 horas diarias a Internet.
La nueva normalidad post-pandemia mantendrá niveles reducidos de viajes de negocios, mayor cantidad de empleos con modalidad remota y seguramente concurrencia limitada a las oficinas.
Entonces, el relacionamiento con los clientes, colaboradores y colegas seguirá siendo eminentemente digital. O sea, no solo las relaciones comerciales y laborales se establecerán mayoritariamente con videollamadas y otro tipo de comunicaciones a través de pantallas.
En un estudio de 2015 realizado en China, investigadores de la Stanford Graduate School of Business descubrieron que las personas que trabajaban desde su casa eran un 13% más productivas, o 22% cuando la virtualidad era voluntaria..
Existe un desafío nuevo, que acentuará la diferencia entre quienes mejoren sus habilidades de relacionamiento digital y está asociado con la preparación y actualización de los Corredores Inmobiliarios respecto a estas comunicaciones.
Basta ver con atención cómo se presentan los colegas corredores inmobiliarios en una videollamada: mala iluminación del rostro, encuadre incorrecto, vestimenta de “entrecasa”, sonido inadecuado, poco conocimiento con respecto a la utilización de la herramienta de videollamada, fondos de pantalla poco profesionales o recortes artificiales del rostro que deforman la imagen, etc.
Ante la nueva normalidad, no tengo dudas de que este inédito escenario de relaciones digitalizadas exigirá una gran atención de los corredores inmobiliarios en mejorar la forma de comunicarse, para entonces crear interacciones positivas que los ayuden a crecer.
Y al mismo tiempo habrá que capacitarse rápidamente para que el escaso tiempo de los contactos y el relacionamiento personalizado, estemos preparados para el mejor aprovechamiento de los mismos, ya que en estos momentos -que serán breve- deberemos comportarnos con la mayor asertividad y empatía como para lograr los cierres y la fidelización de los clientes en forma efectiva.
Martillero y Corredor Inmobiliario (Cucicba). Productor Asesor de Seguros.