Los interrogantes son muchos, qué esperar del Real Estate después del Covid-19
El Coronavirus desnudó por completo el déficit habitacional en los países más vulnerables y en otros aún en vías de desarrollo.
Hasta hace unos pocos meses, los desarrolladores, constructores, brokers y empresas de servicios vinculadas al sector estaban pensando en la mejor forma de adaptarse a los cambios tecnológicos, analizando estrategias de marketing más eficientes y desarrollando nuevos productos o servicios. Las empresas de tecnología aportaban nuevas soluciones y colaboraban en el desarrollo masivo y eficiente de muchos subsegmentos.
Todo cambió radicalmente a partir de esta pandemia. Parece no resultar una mera pausa en la actividad, sino que evidencia una aceleración de una gran cantidad de cambios, no tan solo en el Real Estate, sino en todo el universo productivo, laboral y social.
Sabemos que el mundo se adapta a los cambios con increíble rapidez y que más tarde o más temprano la pandemia habrá quedado atrás, aunque es probable que los ajustes no se realicen con la adecuada eficiencia y que la velocidad de volver al escenario productivo y laboral se torne más lenta o dificultosa que luego de otras crisis. Es por esto que hoy la incertidumbre respecto al "día después" nos genera ansiedad y temor a perderlo todo.
Los interrogantes son muchos. El mundo pronostica una recesión de magnitudes catastróficas, aunque algunos prestigiosos analistas también avizoran una salida más rápida de la crisis que en otras oportunidades. Por un lado, porque antes de la pandemia la economía global se encontraba en mejores condiciones que en 2008/2009, por ejemplo. Y por el otro, porque la velocidad de adaptación a los cambios actualmente es más rápida por la innumerable cantidad de recursos tecnológicos y financieros que pueden ayudar a superarla.
De todos modos, existen infinidad de amenazas que deben ser contempladas. Muchos países no cuentan con robustas economías que permitan dar respuesta a las urgencias de sus empresas y empleados, o al menos no podrán hacerlo acorde a la magnitud del impacto. Y estas fragilidades pueden sumarse a déficits estructurales que ya venían arrastrando en el pasado.
Además, el mercado mostrará alteraciones que no sabemos cómo se ajustarán en el tiempo. Gran cantidad de pequeñas y medianas empresas podrán desaparecer o quedar al borde del abismo, por lo que muchas personas perderán el empleo y demorarán en reinsertarse. Se generarán empleos con cierta precariedad respecto a su continuidad y nivel de ingresos. La competencia dentro del mercado laboral probablemente genere una tendencia a la reducción de salarios.
Por otra parte, la prueba obligada del uso de la tecnología para el teletrabajo y home office también impactará sobre el empleo. En algunos casos favorablemente, pero en otros en detrimento de la incorporación de una mayor masa laboral en las empresas, que pueda ser reemplazada por herramientas tecnológicas. Las oficinas corporativas y locales comerciales también entrarán en un proceso de transformación, muy probablemente.
El comportamiento de los inversores será otro factor importante. Algunos no tendrán liquidez o descontarán pérdidas en el corto plazo, y otros rastrillarán los restos de la catástrofe en búsqueda de oportunidades de altísima rentabilidad. No obstante ello, también coexistirán aquellos que posean una visión de largo plazo anticipando un mercado futuro estabilizado, apostando por bienes seguros que minimicen los riesgos de inversión.
Los cambios en los hábitos sociales y laborales indudablemente se ajustarán en el corto plazo, el distanciamiento social puede desencadenar innumerables transformaciones, aunque humildemente me inclino a pensar que luego de encontrar la solución definitiva a la pandemia las cosas tenderán a equilibrarse y volver a parecerse bastante a lo que vivíamos de forma anterior al Covid-19, anexando protocolos sanitarios que encuentren mejor preparada a la población ante una eventual nueva pandemia.
Dicho esto, las consecuencias sobre la actividad y el empleo impactarán sobre el mercado, que sí evidenciará cambios de más largo plazo y transformaciones sustanciales. La precariedad laboral, el trabajo a distancia y la incorporación de tecnología en reemplazo de empleados es un escenario posible. Seguramente se generen nuevos empleos, aunque también la estabilidad de estos sea puesta en jaque y la tasa de movilidad laboral se incremente. Esto impactará de lleno en el mercado de las oficinas corporativas, co-working, locales comerciales; sin dejar de considerar la transformación del mercado masivo de la vivienda.
El Coronavirus desnudó por completo el déficit habitacional en los países más vulnerables y en otros aún en vías de desarrollo. Este alerta obliga a los estados a transformar esta realidad con urgencia, con igual relevancia a la de fortalecer los sistemas sanitarios. Todos los actores del Real Estate deberán colaborar en el diseño de políticas de vivienda públicas y privadas que puedan cambiar esta situación, de una vez y para siempre.
La transformación del mercado laboral también dará lugar a nuevas discusiones sobre el acceso a la vivienda. Los créditos hipotecarios deberán ajustarse a la nueva realidad, puesto que cierta precariedad y mayor movilidad laboral reducirán sustancialmente el universo de adjudicatarios. De todas formas, será más importante repensar los modelos de vivienda tradicionales, tanto desde el punto de vista de su construcción como de su financiamiento. Aquí estará el verdadero desafío.
Bienes inmuebles que se adquieren mediante créditos hipotecarios o se rentan a través de contratos de alquiler de corto o mediano plazo. ¿Es lo único que tenemos para ofrecer?. Existen pocos casos diferentes, con resultados diversos y que no poseen la suficiente escala para cambiar la realidad, ni mucho menos atender al déficit habitacional.
Por lo tanto, el uso de la tecnología para la identificación y definición de las soluciones a las necesidades del mercado, locaciones y modelos de vivienda; construcción industrializada, nuevas modalidades de renta y financiación, nuevos conceptos de propiedad que contemplen la movilidad de sus ocupantes, utilización compartida de espacios corporativos y comerciales, entre otras premisas, representan parte de los desafíos que deberemos enfrentar para adaptarnos a la nueva realidad y poner en relieve la importancia del sector en la sociedad.
Por último, estrategias basadas en conceptos como Inter-Cultura o la del Océano Azul, ambas basadas en la innovación, serán herramientas muy oportunas para las etapas que tendremos por delante, al igual que las economías colaborativas. Pero habrá que repensar muchos conceptos, actualizarlos, como así también la utilización de información previa a la pandemia deberá ser revisada.
Como en toda crisis surgirán oportunidades, aunque luego de la que estamos atravesando muchos podrán quedar en el camino. Será imperioso buscar alianzas y ámbitos de colaboración para abordarla con la debida seriedad y encontrar soluciones conjuntas para ponernos de pie ante la nueva realidad. El Real Estate podrá generar mucho empleo y dinamizar el mercado. Aunque deberemos buscar el equilibrio entre tecnología y empleo y desarrollar instrumentos financieros que nos permitan diseñar productos y servicios de alcance masivo. De lo contrario, podremos tener el producto y la tecnología, pero habremos perdido el mercado.
Por Luis María Barrenechea.
Founder & Ceo en Planneon.