El uso de los espacios comunes para dejar los rodados genera roces entre vecinos; los reglamentos internos no lo regulan. Reunión de ...
El uso de los espacios comunes para dejar los rodados genera roces entre vecinos; los reglamentos internos no lo regulan.
Reunión de consorcio en un edificio de Barrio Norte. Los propietarios se acercan a dirimir cuestiones administrativas. "Ya no se pueden dejar las bicicletas en ese espacio común. Que cada uno la tenga en su departamento", dice alguien, mientras otra persona acota: "Pero que las suban por la escalera, no en el ascensor". El encuentro se vuelve un bullicio de voces. Todos opinan al mismo tiempo. "No, no, por la escalera no, porque quedan las marcas de las ruedas en la pared", se oye al pasar. Una mujer alza el tono y va por mÔs: "Que no entren mÔs bicicletas al edificio y listo".
Discusiones y roces como estos se dan a menudo, cada vez mĆ”s, entre habitantes de un mismo inmueble. La bicicleta se volvió un rodado mĆ”s utilizado no solo para pasear o hacer ejercicio, sino como un medio alternativo para movilizarse en la Capital, de manera Ć”gil y económica. Por eso, Juan Carlos Marques no puede creer aquella escena que le tocó vivir en su edificio hace unas semanas: "De repente, alguien plantea que no se puede tener bici. No se puede entender", reflexiona. De un dĆa para otro, estos vehĆculos se transforman en algo asĆ como vecinos indeseados.
Los conflictos tienen incluso su correlato en las estadĆsticas oficiales. E aƱo pasado, de acuerdo con cifras recabadas por el Ministerio de Justicia y Seguridad de la ciudad, se iniciaron 152 mediaciones comunitarias por la utilización de espacios comunes en edificios porteƱos. El 73% de esas intervenciones fue por problemas con bicicletas y otros rodados, y la gran mayorĆa de los trĆ”mites se resolvió de manera positiva.
En un caso, por ejemplo, la propietaria de una de las tres unidades de un PH solicitó a una de sus vecinas a travĆ©s de un proceso de mediación que le dijera al novio de su hija que dejara de estacionar la bicicleta en el pasillo, ya que obstaculizaba la entrada y ensuciaba las baldosas. "Las partes acordaron que el dueƱo del rodado lo ingresarĆa durante la noche y luego la retirarĆa a tempranas horas de la maƱana tras limpiar el piso", indicaron.
Lo cierto es que no existe ninguna norma que prohĆba la entrada de esos vehĆculos de dos ruedas en los edificios, aclara NĆ©stor SebastiĆ”n, de la Asociación de Ciclistas Urbanos. Y explica: "Estas situaciones vienen de hace mucho tiempo, pero ahora se hacen ver por la alta demanda de las bicicletas. Las soluciones vienen de la mano del consenso".
Trastornos
Alejandra, una vecina de Villa Urquiza, apeló al consenso pero terminó con su bicicleta recluida dentro de su departamento. Ya no sale a recorrer las ciclovĆas porteƱas como lo hacĆa tiempo atrĆ”s. Cuando la joven se mudó al edificio donde ahora vive preguntó a sus vecinos si podĆa dejar el rodado en planta baja, en un palier pequeƱo que no molestaba el paso. ¿El motivo? La bicicleta tiene muchos aƱos, es pesada y de grandes dimensiones, y ella solĆa usarla todos los dĆas como medio de transporte; como el inmueble no tiene ascensor, subirla por la escalera era un problema para la salud de su espalda, explicó entonces. "La gente me entendió y siempre me preocupĆ© de que la bici no molestara a nadie", recuerda Alejandra, que pidió reserva de su apellido.
La rutina de la mujer se mantuvo varios aƱos sin ningĆŗn problema. Pero un dĆa su bicicleta se volvió un tema de discusión. Algunos vecinos le hicieron saber que el reglamento interno impedĆa que el rodado quedara estacionado allĆ y que, ademĆ”s, "afeaba" la entrada al edificio. La joven cuenta: "VolvĆ a explicar que me cuesta subirla y bajarla" y agrega, preocupada: "Yo entiendo cómo son las normas, pero confiaba en el diĆ”logo, en que se podĆa apelar a la empatĆa". No funcionó. La joven se vio obligada a dejar de usar la bicicleta para sus quehaceres diarios, dejó de hacer algo que le gusta.
David Loisi, uno de los directivos de la Liga del Consorcista, explica que el Código Civil es genĆ©rico: "Uno de los incisos del artĆculo 2047, sobre propiedad horizontal, dice que estĆ” prohibido perturbar la tranquilidad de los otros, que no se puede molestar". Y prosigue: "Lo mejor que puede hacer cada administración es aclarar dónde se pueden dejar las bicicletas y cómo hacer para manipularlas en su propio reglamento interno". El centro de orientación que preside suele recibir comentarios de propietarios que se quejan porque no tienen lugar para dejar sus vehĆculos en los garajes de sus inmuebles porque hay bicicletas que ocupan esos espacios de manera indebida.
En muchos casos, y aunque exista esa normativa interna que indique los lineamientos sobre esos rodados, los ciclistas siguen apelando al diĆ”logo y entendimiento con sus vecinos. Como MarĆa JosĆ©, que tiene un "acuerdo tĆ”cito" -como ella lo denomina- con quienes viven en su mismo piso en un edificio de Villa Crespo. "Aunque el reglamento del consorcio dice que estĆ” prohibido dejar las bicicletas en espacios comunes, tanto nosotros como ellos las dejamos a un costado del pasillo de entrada. No interfieren con el paso. Es que hay problemas de espacio para dejarlas en los departamentos", describe.
"Es un tema que llegó para quedarse. La bicicleta se usa cada vez mĆ”s. Los estacionamientos son cada vez mĆ”s costosos (el precio de un lugar para una bicicleta en un garaje privado es del 10% de lo que sale para un vehĆculo por la misma fracción horaria). Y encima hay edificios viejos que no tienen algĆŗn espacio en comĆŗn o ascensores amplios", describe Daniel Tocco, presidente de la CĆ”mara Argentina de la Propiedad Horizontal. "Hoy no hay nada legal al respecto. Solo las normas para la prevención de incendios indican que se deben dejar los lugares de evacuación, como pasillos, libres para la circulación", concluye.
Source Link. Por Valeria Musse. Esperamos tu comentario.
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